domingo, 14 de noviembre de 2010

DAVID

Lo bello no se recuerda, se vive. Ayer lo viví en el autobús que me lleva al trabajo.  Y…


 

…“Como no esperaba la amable aparición, como le sorprendió descuidado, no tuvo tiempo de componer tranquila y dignamente la expresión de su rostro. Así, cuando su mirada tropezó con la del muchacho, debieron de expresarse abiertamente en ella la alegría, la sorpresa, la admiración. En aquel instante Tadzio le sonrió. Le sonrió expresiva, confiada y acogedoramente, con labios que se abrían lentamente a la alegría. Era la sonrisa de Narciso al inclinarse sobre el agua, aquella sonrisa profunda, encantada, deleitable, que acompaña a los brazos que se tienden al reflejo de la propia belleza, una sonrisa ligeramente contraída por el beso imposible de su sombra incitante, curiosa y ligeramente atormentada, transformada y transformadora. Aquella sonrisa fue recibida como un obsequio fatal. Aschenbach se conmovió tan profundamente, que se vio obligado a huir de la luz de la terraza, del jardín y buscar apresuradamente el refugio de la oscuridad de la parte posterior del parque. Allí se le escaparon amonestaciones, singularmente indignadas y tiernas a la vez: ‘¡No debes sonreír así! ¡No se debe sonreír así a nadie!”.



2 comentarios:

  1. ¿Ya no escribes más? Me gustó mucho tu relato, me pregunto en quién te habrás inspirado para crear el personaje de la escritora de bestsellers. Escribe, no seas perezosa. ¿Qué significa eso de dedicarte a recortar y pegar? El viejo Borges ya no está de moda, y qué decir de Thomas Mann. Escribe tú, y ya veremos. Un beso.

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  2. Soy bastante anticuada en cuanto a gustos literarios se refiere. En esto no me suelo dejar llevar por la moda. Creo, que hay pocos maestros con los que podemos disfrutar y aprender, y muchos amanuenses con los que nos podemos distraer. La escritora está a punto de contarnos otra de sus vivencias pero ahora se encuentra inmersa en la organización de todo tipo de actos, ya sabes, ágapes, recepciones, cenas... Vamos a disculparla. Por cierto, la presentación del libro fue todo un éxito. Por lo demás, Aschenbach huyó buscando el refugio de la oscuridad, yo casi me caigo al bajar del autobús y perdóname pero insisto ¡No se debe sonreír así a nadie!, una todavía tiene su corazoncito.

    Un beso.

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